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junio 27, 2025
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El milagro de Victoria

La beba cordobesa que volvió a nacer gracias al amor incondicional de su madre.

En medio de una prueba que parecía demasiado grande para una familia tan joven, una madre eligió entregar una parte de sí misma para darle una segunda oportunidad a su hija. Así nació, en carne viva, una historia de amor, de coraje… y de vida.

Victoria llegó al mundo como una promesa de alegría. Era la segunda hija de Guadalupe Acotto y Gonzalo Alfonso, y su nombre no fue casual: traía consigo la luz de un nuevo comienzo. Pero a los pocos días de vida, aquella luz comenzó a apagarse lentamente. Sus ojos y su piel se tornaron amarillos, y la inquietud se convirtió en alarma.

Tras estudios exhaustivos, los médicos les dieron una noticia demoledora: atresia biliar, una rara y grave enfermedad que bloquea los conductos biliares en recién nacidos y compromete seriamente el funcionamiento del hígado. Con apenas semanas de vida, Victoria tuvo que ser operada durante cinco horas. Y aunque salió adelante, la batalla no había terminado.

Días después, una colangitis bacteriana amenazó con arrebatarle las fuerzas que apenas empezaba a reunir. El pronóstico cambió y se volvió urgente: Victoria necesitaba un trasplante de hígado para seguir viviendo.

En medio del dolor y el miedo, Guadalupe tomó una decisión que solo una madre puede tomar: ser donante de su propia hija. Sin dudarlo, ofreció su órgano, con la certeza de que, si en su vientre la había dado vida una vez, podía hacerlo de nuevo.

El 17 de junio, madre e hija ingresaron juntas al quirófano. Fueron doce horas de cirugía, de espera, de plegarias. Doce horas en las que el amor se convirtió en medicina. Al terminar, los médicos resumieron todo en una frase que erizó la piel de todos los presentes:“Victoria dio victoria”.

Hoy, esa pequeña guerrera se recupera rodeada del amor de su familia, con una sonrisa que ya no es solo la de una bebé, sino la de quien sabe, aunque no pueda decirlo aún, que ha vencido.

Tener fe lo cambia todo”. Con fe, lo imposible se vuelve posible. Y donar órganos es dar vida, sin vueltas. Nosotros lo vivimos”, expresó Gonzalo, emocionado.

La historia de Victoria no solo emociona: inspira. Es un recordatorio poderoso de que el amor verdadero, ese que no conoce límites, puede literalmente salvar una vida. Porque a veces, los milagros no vienen del cielo, sino del corazón de una madre.