Megaoperativo en Córdoba: desbaratan una banda que robaba y vendía autos en cuatro provincias
La «Operación Hidra» desplegó más de 600 efectivos en la ciudad de Córdoba, Cosquín y Bialet Massé. Hay 20 detenidos por el momento y no se descarta que el número aumente.
Después de dos años de intensa investigación liderada por el fiscal Rubén Caro, este jueves fue desarticulada una peligrosa banda dedicada al robo y posterior venta de vehículos en diversas provincias del país.
Con un gran operativo, la denominada «Operación Hidra» desplegó más de 600 efectivos de distintas fuerzas de seguridad en la capital provincial, Cosquín y Bialet Massé. El grupo delictivo actuaba en cuatro provincias distintas y también vendía autopartes robadas.
Hasta el momento, se reporta la detención de más de 20 personas vinculadas a esta organización criminal, si bien no se descarta que en las próximas horas se sumen más arrestos.
En esta serie de allanamientos simultáneos se secuestraron armas de fuego, más de un millón de pesos en efectivo, teléfonos celulares, estupefacientes, armas blancas, autopartes y chapas patentes adulteradas.
De este importante operativo participaron el ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, y el jefe de Policía, comisario general Leonardo Gutiérrez.
El modus operandi de la banda
Según informaron fuentes policiales, la banda utilizaba diversos métodos para perpetrar sus robos, desde violentos asaltos callejeros hasta el uso de inhibidores de alarmas. Una vez en posesión de los vehículos, principalmente camionetas y autos de media y alta gama, los trasladaban con documentación apócrifa hacia Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán y San Juan para su comercialización.
Además del tráfico de vehículos, la organización también se dedicaba a la venta de autopartes robadas, enviándo esos artefactos en encomiendas especialmente a Catamarca. Presuntamente, un individuo que cumplía prisión domiciliaria por asociación ilícita era el encargado de realizar esta tarea.
Una estrategia característica de la banda era que los delincuentes viajaban de a dos en los autos robados para evadir controles en las rutas, mientras que otro integrante del grupo, en un vehículo con documentación legal, actuaba como «campana», alertando sobre la presencia policial en los caminos.