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julio 30, 2025
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El desafío de ver brotes verdes en medio de una ola polar

Las ventas minoristas volvieron a dar un saldo negativo en la comparación interanual de junio. Pero el agravante es que en ese mes del año pasado la caída había sido gigantesca: 21,9%.

Por Gonzalo Dal Bianco

Acaba de pasar una severa ola polar que cubrió hasta zonas impensadas, como los Esteros del Iberá. Las temperaturas se desplomaron y tomaron forma de nieve en muchos lugares del país, mientras que en otros el hielo fue una constante durante la mañana e incluso pasando el mediodía. Las marcas térmicas eran tan bajas que las capas de hielo en los cordones y cruces de calle no alcanzaban a derretirse.

No es muy distinto lo que se viene observando desde hace meses con el consumo, que sigue frío y hasta con temperaturas bajo cero en determinados rubros. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) volvió a publicar ayer su habitual informe de ventas minoristas. El resultado fue otra vez dramático. No hay atisbos de mejora. ¿Pero cómo se entiende esa foto con el entusiasmo económico que muestra el Gobierno y sus fieles seguidores? Claramente son cosas distintas. El presidente Javier Milei y su equipo de gestión ponderan con razón la baja de la inflación que, cuando llegó, se había disparado por encima del 250% anual y en este segundo año de gestión podría cerrar en torno al 25/28 por ciento. Es un logro inobjetable en sí mismo. Pero la contracara es parte del frío que se le inyectó a la economía. Y esto es tan así que un nuevo debate entre los economistas plantea la discusión de haber bajado con menor intensidad la inflación para mantener con más ritmo la actividad económica. No fue la opción que tomó el Gobierno ni la que, al parecer, piensa adoptar. El costo no es menor, con ventas que se desploman, comercios que cierran y fábricas, ubicadas en la segunda línea de ese escenario, que sienten el impacto de una demanda débil. Lo mostró en la semana la Unión Industrial de Córdoba, con su habitual relevamiento provincial. Hay preocupación en las fábricas, especialmente en las que producen para el mercado interno, que no reacciona.

El informe de Came tiene muchos datos para aportar. En primer lugar muestra que en junio las ventas minoristas cayeron un 0,5% en su comparación interanual. Podría ser una cifra apenas relevante, si no fuera porque se compara contra un período especialmente malo como fue el cierre del primer semestre de 2024, cuando la incertidumbre era gran protagonista. De hecho, en junio del año pasado las ventas minoristas cayeron 21,9% frente a junio de 2023. Sobre esa brutal caída, el último mes le agregó medio punto más. Allí es donde ese 0,5% de retroceso se agiganta y explica el frío que sigue sintiendo el sector minorista. No fue suficiente ni el aguinaldo ni el Día del Padre. Al parecer, los bolsillos en general llegaron más castigados incluso que el año anterior. Hay también allí un cambio en el destino de los ingresos familiares, mucho más cooptados por los servicios, que se llevan una porción mayor de los recursos. En ese punto hay quienes vienen monitoreando lo que se denominan “ingresos disponibles”. Es decir, lo que les queda a las familias luego de cubrir el pago de servicios mensuales fijos y allí detectaron que ese margen sigue sin mejorar. Por lo cual en muchos hogares pudieron haber mejorado los ingresos, pero se lo llevaron las facturas de servicios y el remanente sigue siendo tan escaso como antes. Eso podría explicar también en parte por qué el consumo no repunta pese a que hay una recuperación de los ingresos, suspendida en los últimos meses, más allá de la celebración que realizó el Gobierno con el dato de los salarios de abril, pero que estuvo lejos de ser una buena noticia. Allí se observó que los salarios formales, tanto del sector público como del privado, perdieron en abril contra la inflación.

Los únicos que le ganaron en esa medición a los precios fueron los asalariados informales, cuya información está rezagada varios meses, lo que implica que el dato no corresponde a abril, sino a fines de 2024. Concretamente, en abril la inflación fue del 2,8% y los salarios privados registrados aumentaron en promedio un 2,5% mientras los del sector público lo hicieron un 2,3%. En el acumulado de los primeros cuatro meses, la inflación fue 11,6%, los salarios privados crecieron un 9,6% y los trabajadores del Estado, un 11,4%. También perdieron ambas categorías en el acumulado del primer cuatrimestre. Entonces, ¿por qué el Gobierno, con el Presidente a la cabeza, salió a celebrar el dato de los salarios de abril? Porque el promedio dio 3,4% arriba, pero claramente empujado por los informales, lo que desvirtuó ese porcentaje.

Coincidente con este panorama, el Centro de Investigación del Ciclo Económico (Cicec) de la Bolsa de Comercio de Rosario describe “un freno en los últimos meses en la recuperación de la industria, las importaciones, el poder adquisitivo de los salarios y los puestos de trabajo registrados, que hicieron mella también en la recaudación del gobierno nacional”. Destaca que, en parte, la buena performance del campo disimula lo que ocurre en otros sectores.

Retornando al informe de la Came sobre ventas minoristas, hay un dato que arrojó un resultado positivo: en el acumulado del primer semestre hubo un incremento del 9,1%. Una cifra importante. Sin embargo, al observar de dónde viene ese porcentaje, el entusiasmo al menos se diluye. En el mismo período del año pasado hubo una caída del 17,2%, lo que implica que en la primera mitad del año apenas se recuperó poco más de la mitad de aquel desplome brutal.

En paralelo, la situación social, medida en términos de pobreza e indigencia sí logró revertir el salto que provocó la devaluación de fines de 2023 y se acerca el 34%. En sí no es un dato para celebrar, pero esa cifra había superado el 50% y entonces se hace valorable. Ese cambio fue mayormente explicado por el freno inflacionario. Ahora, los economistas especializados en estadísticas sociales sugieren que hará falta algo más para romper ese piso de pobreza: reacción de la actividad económica, mejora real de los ingresos y generación de nuevos puestos de trabajo. Brotes verdes que esperan el final del invierno económico.