Alerta por la dieta de los hogares cordobeses: se consumen menos frutas y lácteos y cada vez más harinas y azúcar
Un relevamiento del Centro de Almaceneros reveló un preocupante cambio en los hábitos alimentarios de los hogares, marcado por la búsqueda de productos de bajo costo frente al encarecimiento generalizado del consumo.

Crece la malnutrición en los hogares.
Por Marcelo Irastorza
Según un informe del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas del Centro de Almaceneros de Córdova, la dieta promedio actual se estructura principalmente en torno a alimentos más económicos como el pollo, el pan y la papa.
Este fenómeno refleja no sólo una estrategia de supervivencia frente a la inflación, sino también una tendencia que podría tener serias consecuencias en la salud nutricional de la población.
El estudio advierte «una marcada subalimentación en rubros esenciales como frutas, verduras y lácteos, productos clave para una alimentación equilibrada».
Según el informe, el 50% del volumen de frutas y verduras que consume un hogar promedio argentino corresponde a papa. En segundo lugar se ubica la cebolla con el 11% de esa canasta y más atrás naranja y mandarina con el 6% cada una.
En contraste, «se detecta una sobrealimentación en el consumo de harinas, panificados y azúcar, lo que eleva el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares».
Especialistas consultados por el Ietse señalaron que esta reconfiguración de la dieta responde a una lógica económica: los hogares priorizan alimentos más rendidores y accesibles frente a la pérdida del poder adquisitivo. Sin embargo, el impacto a largo plazo podría ser severo, sobre todo en niñas, niños y adultos mayores, que requieren una nutrición más variada y rica en micronutrientes.
Desde el Centro de Almaceneros advierten que «este fenómeno se profundiza mes a mes, y destacan la necesidad urgente de políticas públicas que garanticen el acceso a una canasta básica nutritiva y equilibrada».
Por otro lado, entre los consumos recomendados y los reales, hay otro cúmulo de desajustes en los hogares. Por ejemplo, en el caso de la harina de maíz (polenta) hay un 142% más de consumo que lo sugerido en las familias; en el arroz, un 29% más y en fideos, un 23%. Del otro lado, entre los elementos de “almacén”, las legumbres secas tiene un consumo 28% por debajo de lo sugerido: de los 742 gramos mensuales recomendados, las familias comen en promedio 533.
En el segmento de huevos y lácteos, casi todos los elementos son deficitarios frente a las sugerencias. El único con saldo positivo, es decir, que se consume más de los sugerido, son los huevos: para una familia tipo se recomiendan 25 por mes y la media alcanza los 37. Pero en leche en polvo entera, leche fluida, manteca, queso crema, queso cremoso y yogurt tienen todos un balance marcadamente en rojo. Entre todos estos elementos se recomienda alcanzar los 30 kilos mensuales por familia y actualmente la media es de solo 23 kilos.
En el caso de las carnes, el asado vacuno tiene un déficit de consumo en torno al 68% según el IETSE: se recomiendan 4,6 kilos mensuales y el promedio alcanza 1,5 kilos. En la picada especial es aún más notorio: 73% por debajo (de 2,5 kilos sugeridos, el consumo es de 680 gramos mensuales). El balance negativo alcanza también al pollo fresco y al pescado.