Una suboficial salvó a una mujer que se ahogaba y terminó hospitalizada
Iba a tomar el colectivo rumbo al cuartel cuando escuchó los gritos. Logró sacar con vida a la víctima que no sabía nadar pero sufrió un fuerte golpe y perdió el conocimiento.

La escena ocurrió en la tarde del martes, en la costa del lago San Roque. Ana Roldan, suboficial de la Dirección Bomberos de la Policía de Córdoba, esperaba el colectivo para ir a cumplir su jornada laboral cuando un hombre corrió hacia ella pidiendo auxilio: una mujer estaba dentro del lago y no podía salir.
A unos metros de la orilla, el viento había picado el agua. La corriente arrastraba a la víctima, de 59 años, que no sabía nadar y entró en pánico. Ana no lo pensó: dejó todo, corrió y se metió al lago. “La desesperación hace que la persona no entienda que uno va a ayudarla. En el primer contacto me hunde”, relató en diálogo con Marca Informativa.
El rescate fue tenso y prolongado. Lucharon contra el viento y la corriente. “En dos oportunidades pensé que no salía. No avanzábamos”, recordó. La mujer lograba calmarse por momentos y luego volvía a perder el control. Metro a metro, Ana consiguió llevarla hacia una zona segura de la costa.
Cuando ambas ya estaban fuera del agua, el peligro no había terminado. El nivel del lago que está bajo y la orilla, cubierta de barro y piedras también representaba un riesgo. “Nos resbalamos como si pisáramos una cáscara de banana”, describió. Ana cayó de espaldas, la mujer rescatada quedó encima suyo y el impacto le provocó un fuerte dolor lumbar y una pérdida de conocimiento.
Familiares de la mujer auxiliada la trasladaron de urgencia en un vehículo particular al Hospital Ferreyra, en la ciudad de Córdoba. Allí se le realizaron estudios que descartaron fracturas, aunque se confirmó un golpe importante que requerirá reposo y tratamiento. Permanece fuera de peligro.
Ana es enfermera y se desempeña como instructora de RCP y primeros auxilios. Lleva apenas un año y medio en Bomberos y aún no realizó el curso específico de rescate acuático. “No era mi especialidad, pero agradezco a Dios haber estado ahí. Justo ahí. No había nadie más”, dijo.
La mujer rescatada se había metido al lago para refrescarse en una jornada de intenso calor. Según contó, algo la picó o la hizo perder el equilibrio, cayó y ya no pudo ponerse de pie por la fuerza del agua.
Antes de cerrar, Ana dejó un mensaje claro: “Si no sabés nadar, no te arriesgues. En el agua, la seguridad es lo primero”. Ese día, en el lago San Roque, alguien la escuchó a tiempo. Y alguien estuvo donde tenía que estar.