Triple crimen en Florencio Varela: curas villeros denuncian que el Estado «le suelta la mano a la vida»
Manifestaron su “máximo repudio y consternación” por el crimen, que calificaron como parte de una realidad mucho más profunda y preocupante.

El impacto por el asesinato de tres jóvenes mujeres en Florencio Varela sigue generando reacciones. Esta vez, fue el Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina el que alzó la voz con un duro comunicado. Los curas manifestaron su “máximo repudio y consternación” por el crimen, que calificaron como parte de una realidad mucho más profunda y preocupante. “Declaramos un estado de emergencia en lo que se refiere a acompañar la vida de los chicos, adolescentes y jóvenes”, señalaron, advirtiendo sobre el abandono que viven a diario las comunidades más vulnerables del país.
En el texto, los sacerdotes apuntan directamente a la ausencia del Estado y afirman que la falta de políticas públicas eficaces genera las condiciones ideales para el avance del narcotráfico. Apoyados en los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal Argentina, remarcaron que “el corrimiento del Estado deja espacio al crecimiento del narcotráfico” y que hoy, en muchos barrios, se percibe que “el Estado le suelta la mano a la vida”.
El crimen de Florencio Varela, dicen, no fue un hecho aislado ni una tragedia excepcional, sino el resultado de años de desatención, exclusión y descomposición social. Denuncian que el narcotráfico “se enseñoreó” en las comunidades, ante la mirada distante de las dirigencias políticas, que, según el comunicado, parecen más enfocadas en campañas que en atender las necesidades reales de la gente humilde.
Los sacerdotes expresaron también su preocupación por el deterioro de los espacios comunitarios, como parroquias, clubes, centros de salud y movimientos sociales, que antes funcionaban como contención y hoy sobreviven con recursos mínimos o directamente abandonados. El retiro del Estado, advierten, dejó “tierra arada para el crecimiento del narcotráfico”, un terreno fértil para que la violencia se naturalice en los márgenes de las grandes ciudades.
El comunicado no solo denuncia, también propone. Insisten en que la urbanización de los barrios, junto con la creación de oportunidades concretas para los jóvenes, son claves para revertir este escenario. Y señalan con preocupación que las medidas que antes sostenían a las familias, como los comedores, los planes sociales, la presencia del Estado en los territorios y las obras de infraestructura, hoy están paralizadas o directamente fueron eliminadas.
En ese contexto, las comunidades quedan indefensas, sin respuestas, y los jóvenes expuestos a una vida marcada por la incertidumbre y la violencia. Para los sacerdotes, lo ocurrido en Florencio Varela es el reflejo de una emergencia social que se viene gestando hace tiempo, y que solo podrá enfrentarse con una presencia estatal real, sostenida y comprometida con la vida. “No podemos acostumbrarnos a que nuestros chicos mueran como si fuera inevitable”, concluye el comunicado, que más que una declaración, suena como un grito desesperado desde el corazón de los barrios.