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octubre 13, 2025
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Condenaron a 12 años de prisión al chofer de Uber acusado de abuso sexual

El fallo fue dictado luego de que el acusado admitiera los hechos imputados. La investigación continúa abierta ante la posibilidad de que existan más víctimas y nuevos casos. “Es un violador serial”, afirmó la abogada Alaniz.

La Justicia cordobesa condenó, este miércoles, a 12 años de prisión efectiva a un hombre de 36 años, chofer de aplicaciones de transporte, acusado de abusar sexualmente de tres integrantes de su entorno familiar. La condena fue dictada en el marco de un juicio abreviado, instancia en la que el acusado reconoció todos los hechos que se le imputaban.

La abogada querellante Fernanda Alaniz, quien representa a la adolescente cuya denuncia dio origen a la investigación, dialogó con Puntal minutos después de conocerse el fallo y reflexionó sobre el significado de esta sentencia para las víctimas y para el proceso de visibilización de las violencias sexuales intrafamiliares.

“Se acaba de dictar una condena a 12 años de prisión. Si bien esperábamos una pena que se ubicara entre los 13 y 15 años, lo importante es que el acusado reconoció todos los hechos. No tenía antecedentes penales y aceptó la acusación. Es fundamental decirlo con todas las letras: estamos ante un violador serial”, manifestó Alaniz.

El hombre había sido detenido en marzo de este año, luego de que su hija revelara a su madre la situación de abuso que venía atravesando con apenas 14 años. Su testimonio fue clave no solo para iniciar el proceso judicial, sino también para que otras dos mujeres de su familia, hoy adultas, pudieran poner en palabras los abusos que habían sufrido en su niñez por parte del mismo agresor.

Según consta en el expediente judicial, los delitos se habrían extendido entre los años 2013 y 2024, en un patrón sistemático de abuso y manipulación dentro del entorno familiar. Los hechos abarcan desde abuso sexual gravemente ultrajante hasta abuso con acceso carnal, todos cometidos en contexto de violencia de género y en relaciones asimétricas de poder, como son las relaciones de padre e hija o de adulto a niña bajo su cuidado.

Durante la audiencia de juicio abreviado, el acusado reconoció su responsabilidad penal en los hechos que involucraron a su hija y a sus dos cuñadas. La aceptación de la acusación por parte del imputado, y el hecho de no contar con antecedentes, fueron considerados como atenuantes por el tribunal al momento de dictar la pena.

Sin embargo, Alaniz fue clara: “Nada, absolutamente nada, es reparable. Ni 12, ni 20, ni 40 años de prisión pueden reparar el daño que este hombre causó a las víctimas. Estamos hablando de infancias destruidas, de vidas atravesadas por la violencia más cruel y silenciosa. Esta condena es apenas un paso”.

Uno de los aspectos más grave que surgió durante la investigación es que el acusado no habría cometido estos hechos de forma aislada. Ya está imputado en, al menos, otra causa por abuso sexual con acceso carnal, y existen al menos cinco denuncias en total, según confirmó la letrada.

“Desde el primer momento lo dije, con la responsabilidad que implica: estamos frente a un violador serial. Esta condena corresponde a tres casos, pero hay más. Hay dos causas abiertas, y otras posibles víctimas que todavía no se animan a denunciar. Esta sentencia abre una puerta para ellas”, remarcó Alaniz ante Puntal.

La posibilidad de que surjan nuevas denuncias habilita, además, que el condenado sea juzgado por otros hechos en el futuro. La abogada explicó que en caso de confirmarse nuevas acusaciones, se podrían dictar nuevas condenas que luego serían unificadas, conforme establece la legislación penal.

El caso reveló no solo la magnitud de los abusos, sino también los mecanismos de silenciamiento que los rodearon. En el caso de la adolescente, su testimonio expuso cómo el miedo a que su hermano menor fuera víctima de los mismos abusos la llevó a guardar silencio durante meses. Solo cuando ese miedo se volvió insoportable, pudo contarle a su madre lo que vivía.

“La adolescente llegó a convencerse de que tenía que inmolarse para proteger a su hermano. Soportar los abusos era su forma de evitar que él pasara por lo mismo. Es una construcción del miedo que este sujeto sembró durante años. Cuando ella pudo hablar, el círculo de violencia comenzó a romperse”, explicó Alaniz.

Las otras víctimas, hoy mujeres adultas, habían sufrido abusos cuando eran niñas, entre los 7 y los 11 años, y habían permanecido en silencio durante casi dos décadas. Fue el relato de la joven lo que les permitió reconstruir sus propias historias y atreverse a denunciarlas.

Aunque el juicio abreviado evitó una instancia de debate oral más extensa, la sentencia tiene un fuerte valor simbólico y legal. Supone el reconocimiento oficial del daño, la ratificación de los testimonios y la validación de las voces de las víctimas. “Esta condena es para ellas. No hay consuelo, pero sí hay justicia. Y lo que sigue es seguir acompañándolas para que ninguna vuelva a sentirse sola, ni silenciada”, concluyó Alaniz.

Desde la querella se trabaja ahora en el seguimiento de las causas restantes y en el acompañamiento de otras posibles víctimas. La decisión de hacer pública la causa, por expreso pedido de la adolescente denunciante, busca no solo alentar a otras mujeres a hablar, sino también generar un cambio en la forma en que se abordan estos casos desde el sistema judicial y los medios de comunicación.