Sábado de tensión y resistencia por el quebracho blanco de Villa Allende: su retiro es inminente
A la vera de la avenida Padre Luchesse, entre la humedad del suelo removido y los cánticos de un grupo que resiste, el histórico árbol estaba a punto de ser trasladado. La policía desalojó con violencia a los manifestantes para dar paso a la nueva grúa que avanzará con la remoción.

Los trabajos se demoraron ayer más de lo previsto y anoche buscaban terminar para poder trasladar el añejo quebracho. Hay pocas posibilidades de que sobreviva.
Desde temprano, los vecinos autoconvocados comenzaron a alertar este sábado que “la movida venía pesada”. En los días previos, se habían multiplicado las denuncias sobre irregularidades en el proceso de remoción del árbol, que desde hacía semanas era defendido con cuerpo y carpas por organizaciones ambientalistas. El paisaje cambió drásticamente con la llegada de una grúa de gran porte enviada desde Tucumán y, junto a ella, un gran operativo de Infantería.
En la zona, ninguna empresa de grúas quería cargar con la posible muerte del centenario árbol y se habían negado a realizar el trabajo en lo que se conoció como la “rebelión de las grúas”.
Ayer, la tensión escaló cuando un grupo de manifestantes presentó una orden judicial que, según aseguraron, ordenaba paralizar el traslado del árbol. Era un recurso de amparo que pedía información técnica sobre el estado del ejemplar y cuestionaba los riesgos del procedimiento. Mientras tanto, los camiones intentaban ingresar por la colectora. Los vecinos se sentaron en el camino. Fueron minutos de incertidumbre, hasta que la Infantería avanzó y despejó la zona.
“No hubo diálogo, hubo palos”, resumió más tarde el fotógrafo ambientalista Guillermo Galliano. En su testimonio, recogido por los propios vecinos, denunció agresiones físicas, forcejeos y hasta la destrucción de una cámara fotográfica. Otros dos manifestantes aseguraron haber sido golpeados, uno de ellos por personal municipal. El secretario de Gobierno de Villa Allende, Felipe Crespo, negó esa versión a Puntal y minimizó la presentación judicial: “Fue un ardid de los manifestantes”, dijo, y agregó que la Policía actuó “con prolijidad”.
El árbol ya estaba técnicamente listo. Según informaron las autoridades, la raíz principal, que se estimaba de hasta 50 metros de profundidad, alcanzaba apenas entre cuatro y cinco metros, de los cuales más de la mitad habían sido expuestos durante las semanas anteriores. También aseguraron que todo el procedimiento fue supervisado por un ingeniero agrónomo, que se mantenía húmedo el “pan de tierra” y que se documentó cada etapa para garantizar su sobrevida.
Pero lo que para el municipio fue un acto técnico planificado, para los ambientalistas se vivió como un desalojo forzado, casi quirúrgico. Los refuerzos policiales llegaron mientras se intensificaban los enfrentamientos. Algunos manifestantes se acostaron en la calle para frenar el paso de la grúa. Otros rodearon las zanjas que habían dejado al árbol expuesto. No hubo tregua. La Guardia de Infantería avanzó lentamente, arrancando a los manifestantes como habían arrancado las raíces del quebracho centenario. Al fondo, los camiones iniciaban su marcha con rumbo incierto.
El episodio dejó al menos dos personas heridas, según denunciaron los vecinos. Una de ellas habría sido agredida por empleados municipales, y la otra por uno de los operarios que llegó junto a la maquinaria. En redes sociales circularon videos que mostraban empujones, insultos, corridas y llantos. También se ve a los uniformados retirando por la fuerza a quienes se interponían en el camino. Fue, según testigos, “una postal de violencia innecesaria por salvar un árbol”.
La historia del quebracho blanco había escalado en las últimas semanas hasta transformarse en símbolo. Un árbol solitario en medio de una traza vial, rodeado de tierra removida, al que los vecinos se aferraron como a un último refugio verde frente al avance del cemento. “Si el árbol se muere, la culpa será de los que lo defendieron”, había dicho días antes un funcionario municipal, en una frase que terminó por sellar el clima de hostilidad.
Felipe Crespo insistió ante Puntal en que “todo se hizo de manera correcta”, y que el traslado era inevitable porque ya no quedaban alternativas viales. Dijo que el nuevo destino del quebracho estaba a solo 22 metros de distancia, y que “el objetivo siempre fue mantenerlo con vida”.
Presencia del ministro Quinteros
En horas de la noche, el ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, se hizo presente en el lugar para supervisar el operativo y el trabajo de traslado del quebracho blanco. La presencia del funcionario generó nuevas críticas por parte de los manifestantes.
Mientras tanto, según explicó el intendente Pablo Cornet a Puntal cerca de las 22, la remoción del ejemplar aún no se había concretado debido a demoras en la preparación del contrapeso necesario para la grúa encargada del traslado.
El árbol histórico, listo para ser removido
Los manifestantes permanecieron durante la noche del sábado y la mañana del domingo en el lugar observando a la grúa trabajar alrededor del árbol. El traslado del quebracho era inminente, pero aún no se había concretado, ya que las tareas se retrasaron durante la noche.
Cabe recordar que las tareas de traslado estaban programadas para la semana pasada, pero se suspendieron debido a que la empresa a cargo se negó a ejecutar la maniobra. Fueron más de ocho las firmas que rechazaron trabajar en esta obra.
Este sábado arribó al lugar finalmente la nueva máquina encargada de mover el árbol centenario, que será reubicado en una zona cercana a la colectora del complejo vial que conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad.
Ante la llegada de la grúa traída desde Tucumán, la Policía de Córdoba desplegó un operativo especial, ya que un grupo de vecinos y ambientalistas bloqueó el paso para impedir el avance de la maquinaria. Minutos antes de las 17, los efectivos desalojaron el lugar en medio de momentos de tensión e incidentes con los manifestantes.